Identificaron al menos cuatro escondites de dinero de la familia Kirchner en Río Gallegos
La confesión del excontador Víctor Manzanares permimtió que la Justicia identificara cuatro de los “escondites de los tesoros” de la familia Kirchner en Río Gallegos, y todavía se investiga la ubicación de un quinto lugar y de las llaves que cerraban otras valijas, bolsos o cajas blindadas por las cuales hubo una pelea en el entorno de Néstor Kirchner tras su muerte en octubre del 2010.
En su declaración, Manzanares reveló que, en 2005, Daniel Muñoz, secretario privado de Néstor, le pidió a Manzanares si le podía guardar por “unos días unos bolsos y mochilas, por razones de seguridad”: eran entre unos 15 y 20 bolsos y mochilas con dinero que se subieron a una camioneta del contador. Entonces, Muñoz le preguntó si quería trabajar con él y ante sus dudas agregó: “El tren pasa una sola vez”.
Manzanares aceptó y guardó los bolsos y las mochilas “en el entretecho de mi casa y los mantuve allí hasta que me los volvió a pedir Daniel”. Los bolsos tenían candado, Muñoz le dio llaves, pero no estaban las de todos los bolsos. Había “entre 20 y 30 millones de dólares en billetes de dólares y euros”. A los pocos meses, le presentó una caja de seguridad que tenía en el Banco Santa Cruz, donde guardó parte de la plata, contó Manzanares en su confesión ante el fiscal Carlos Stornelli, homologada hace una semana por el juez federal Claudio Bonadio.
Los cuatro “escondites” revelados por Manzanares fueron el entretecho de su casa; una oficina de otro secretario privado, Roberto Sosa, ubicada en la Avenida Kirchner 952; un galpón con domicilio en Maca Taibo 740, y la casa de la madre del ex presidente ubicada sobre la calle 25 de Mayo.
La plata negra la traía Daniel Muñoz, generalmente en avión, desde la residencia de Olivos o del departamento de los Kirchner de la calle Juncal, donde se hicieron 87 entregas de dinero negro por más de 69 millones de dólares, según los cuadernos de Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta.
Luego de aquel primer acuerdo, cada vez que Muñoz llegaba al aeropuerto de Río Gallegos, Manzanares concurría a la pista de aterrizaje ahora con su VW Passat 2.0, estacionaba su auto junto al avión presidencial Tango 01, y recibía dos valijas grandes de Muñoz, que se colocaban en el baúl del auto.
En algunas oportunidades, iban hasta la casa donde vivía la madre de Kirchner en la calle 25 de Mayo, María Juana Ostoic Dragnic, fallecida en el 2013. Estacionaba en la puerta, Muñoz descargaba las valijas “donde algunas veces le abrían la puerta por alguien de su interior, y otras veces Muñoz poseía las llaves”. Manzanares se quedaba dentro del auto por aproximadamente 30 minutos esperando a Muñoz.
Subido al auto, Muñoz hacia una llamada telefónica informando que“ya estaba cumplida la misión”. Desde allí iban una oficina, sita en Avenida Kirchner 952, que se había puesto a nombre de Roberto Sosa -otro secretario privado-, donde Muñoz dejaba una mochila o bolso en el armario. Cada mochila contenía unos 2 millones de dólares.
A esa oficina “se le blindó la puerta y se construyó un mueble de madera, que debajo contenía una caja fuerte artesanal. Era una caja larga, que tenía el largo de toda la oficina, y arriba un mueble para disimular”. A la vez había “un armario, hecho con algún material blindado”, del que sí Manzanares tenía una llave. El resto de las llaves “las tenían Sosa y Muñoz”. En ese armario siempre había “entre 3 o 4 mochilas con dólares en efectivo”.
El otro “escondite” era un galón ubicado en Maca Tobiano 740 de Río Gallegos. Cuando en el 2016 Roberto Sosa fue secuestrado y salvajemente golpeado por delincuentes comunes que sabían de esos movimientos de plata negra, le pidió a Manzanares como favor que se “ocupase de algo especial”.
En este galpón, del cual Manzanares tenía tres llaves de acceso, donde se guardaban cosas en desuso de tipo hogareña, “había un baño que había sido tapiado. Había una puertita de acceso muy chica, que daba al cuarto de máquinas”. En ese lugar, “funcionaba un depósito gigantesco de dinero”. Esta reforma “me la reconoce el arquitecto Luis Gugino, años antes, como hecha por él. A Gugino recurro, por indicación de Sosa, para acceder a ese lugar”, indicó el contador. Gugino, luego, “mandó un albañil y un maestro mayor de obra, y reformaron ese lugar”.
Ese galpón fue vendido en julio de 2017 por indicación de Carolina Pochetti, la viuda de Muñoz.